Cuando en enero de 2007 iniciamos la construcción
del Plan Nacional de Desarrollo 2007-2010, «Plan para la Revolución Ciudadana»,
no partimos de cero. La propuesta de cambio, definida en el Plan de Gobierno
que el Movimiento País presentó a la ciudadanía, en el marco de su
participación electoral de los años 2006, 2007, 2008, trazó ya los grandes
lineamientos de una agenda alternativa para el Ecuador.
Ahora, nuestro desafío es su consolidación. Por
ello, el Plan Nacional para el Buen Vivir 2009-2013 plantea nuevos retos
orientados hacia la materialización y radicalización del proyecto de cambio de
la Revolución Ciudadana, para la construcción de un Estado plurinacional e
intercultural y finalmente para alcanzar el Buen Vivir de las y los
ecuatorianos.
Sabiendo que la definición del Buen Vivir implica
estar conscientes de un concepto complejo, vivo, no lineal, históricamente
construido y que por lo tanto estará en constante resignificación, podemos
aventurarnos a sintetizar qué entendemos por Buen Vivir: «la satisfacción de
las necesidades, la consecución de una calidad de vida y muerte dignas, el amar
y ser amado, y el florecimiento saludable de todos y todas, en paz y armonía
con la naturaleza y la prolongación indefinida de las culturas humanas. El Buen
Vivir supone tener tiempo libre para la contemplación y la emancipación, y que
las libertades, oportunidades, capacidades y potencialidades reales de los
individuos se amplíen y florezcan de modo que permitan lograr simultáneamente
aquello que la sociedad, los territorios, las diversas identidades colectivas y
cada uno —visto como un ser humano universal y particular a la vez—
valora como objetivo de vida deseable (tanto material como
subjetivamente, y sin producir ningún tipo de dominación a un otro). Nuestro
concepto de Buen Vivir nos obliga a reconstruir lo público para reconocernos,
comprendernos y valorarnos unos a otros— entre diversos pero iguales— a fin de
que prospere la posibilidad de reciprocidad y mutuo reconocimiento, y con ello
posibilitar la autorrealización y la construcción de un porvenir social
compartido» (Ramírez; 2008: 387).
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